Para vivir mejor el Adviento...
1. Vivirlo en familia
El Adviento y la Navidad tienen un sabor especial a familia; tal vez porque en la Navidad vemos cómo el Hijo de Dios quiso ser parte de una familia. Por ello para vivirlo también es ideal vivirlo en familia y no sólo la familia más cercana, sino incluso con aquellos de los que estamos más alejados, la familia extendida y no olvidar a nuestros viejitos: abuelos, bisabuelos, tíos, etc. La corona de Adviento bendecida en familia, encendiendo cada vela con un momento de oración familiar cada domingo, etc. es una forma sencilla de vivir, entender y recuperar el sentido de este tiempo.
2. Recordar al festejado
En PR hemos caído mucho en festejar sin saber lo que se festeja. Cuando celebramos el natalicio de un prócer muchas veces ni sabemos quién era. Ese peligro se cierne también sobre las celebraciones de nuestra fe y particularmente la Navidad, pues eliminamos el Adviento por el afán materialista y consumista y el empeño de fiestar, sin prepararnos adecuadamente para esta celebración tan importante para nuestra fe.
3. Contemplar el misterio y disponer el corazón para recibir al Señor
Adviento tiene dos partes. La primera se fija en la segunda venida de Cristo y la segunda en la primera, o sea en la Navidad. Es importante meditar ambos aspectos del Adviento, pues debemos estar preparados para recibir al Señor tanto cuando vuelva con gloria, como vimos en el evangelio del domingo pasado (cf.Mt 25, 31-46), como para celebrar su nacimiento, recibiéndolo en nuestros corazones.
4. Preparar el pesebre y el árbol
Sobre todo en la segunda parte del Adviento, o un poco antes, a partir de la fiesta de Ntra. Sra. de Guadalupe, se puede ir preparando tanto el pesebre o nacimiento como el árbol de Navidad. Sobre todo el primero, que es el que mejor refleja el sentido de esta fiesta. Puede faltar el árbol y otros adornos (sobre todo los que no tienen nada que ver con Navidad), pero nunca del pesebre.
5. Ser misioneros
Siempre debemos ser misioneros, pero este año después de la crisis vivida por los huracanes, conviene que seamos misioneros de esperanza y consuelo. No podremos serlo si no nos llenamos primero del espíritu del Adviento que se distingue precisamente por la virtud de la esperanza y la actitud de vigilancia, así como la consolación que nos ofrece el cumplimiento de las profecías de la venida del Mesías. Aprovechemos este Adviento y Navidad para ser mensajeros de consuelo esperanza.
El Adviento y la Navidad tienen un sabor especial a familia; tal vez porque en la Navidad vemos cómo el Hijo de Dios quiso ser parte de una familia. Por ello para vivirlo también es ideal vivirlo en familia y no sólo la familia más cercana, sino incluso con aquellos de los que estamos más alejados, la familia extendida y no olvidar a nuestros viejitos: abuelos, bisabuelos, tíos, etc. La corona de Adviento bendecida en familia, encendiendo cada vela con un momento de oración familiar cada domingo, etc. es una forma sencilla de vivir, entender y recuperar el sentido de este tiempo.
2. Recordar al festejado
En PR hemos caído mucho en festejar sin saber lo que se festeja. Cuando celebramos el natalicio de un prócer muchas veces ni sabemos quién era. Ese peligro se cierne también sobre las celebraciones de nuestra fe y particularmente la Navidad, pues eliminamos el Adviento por el afán materialista y consumista y el empeño de fiestar, sin prepararnos adecuadamente para esta celebración tan importante para nuestra fe.
3. Contemplar el misterio y disponer el corazón para recibir al Señor
Adviento tiene dos partes. La primera se fija en la segunda venida de Cristo y la segunda en la primera, o sea en la Navidad. Es importante meditar ambos aspectos del Adviento, pues debemos estar preparados para recibir al Señor tanto cuando vuelva con gloria, como vimos en el evangelio del domingo pasado (cf.Mt 25, 31-46), como para celebrar su nacimiento, recibiéndolo en nuestros corazones.
4. Preparar el pesebre y el árbol
Sobre todo en la segunda parte del Adviento, o un poco antes, a partir de la fiesta de Ntra. Sra. de Guadalupe, se puede ir preparando tanto el pesebre o nacimiento como el árbol de Navidad. Sobre todo el primero, que es el que mejor refleja el sentido de esta fiesta. Puede faltar el árbol y otros adornos (sobre todo los que no tienen nada que ver con Navidad), pero nunca del pesebre.
5. Ser misioneros
Siempre debemos ser misioneros, pero este año después de la crisis vivida por los huracanes, conviene que seamos misioneros de esperanza y consuelo. No podremos serlo si no nos llenamos primero del espíritu del Adviento que se distingue precisamente por la virtud de la esperanza y la actitud de vigilancia, así como la consolación que nos ofrece el cumplimiento de las profecías de la venida del Mesías. Aprovechemos este Adviento y Navidad para ser mensajeros de consuelo esperanza.
Oraciones para encender las velas de la corona de Adviento
(se pondrá la correspondiente a cada domingo)
Oración para encender la primera vela de Adviento
Encendemos, Padre, esta luz en este primer domingo de Adviento, para mantenernos despiertos y vigilantes como centinelas ante el Hijo del Hombre que viene.
Despiértanos, Señor, para despertar a los dormidos de la vida, para motivar a los que esperan cosas menores que ellos mismos, para animar a los que perdieron la ilusión en ti.
Señor, que en nuestro entorno seamos testigos de tu luz y motivos creíbles de la esperanza.
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la segunda vela de Adviento
Señor, deseamos, con esta segunda luz que encendemos, que intensifiques el resplandor de tu rostro para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
Que la Luz de tu presencia, alumbrada en nuestras vidas, nos haga percibir nuestros pecados. Equilibra y allana nuestras vidas, Señor, y haz caminos de acceso hacia Ti .
Señor, para que seamos contigo luz atrayente y seductora: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la tercera vela de Adviento
Encendemos, Señor, esta tercera luz, más cercanos ya a la Noche Buena de la Luz Mayor.
Queremos dar testimonio de tu Luz, Señor, como hizo Juan el Bautista. No somos nosotros la Luz, pero sí los testigos de la Luz verdadera venida a este mundo.
Deseamos, Señor, con esta luz encender el fuego de tu Espíritu en nuestros corazones para que nos convierta en luminarias para los demás. Danos un corazón que vea las necesidades de nuestro prójimo para compartir con todos lo mejor que somos y tenemos.
Para que te revelemos como buena y gozosa Noticia para todos: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la cuarta vela de Adviento
Encendemos, Señor, esta cuarta luz, redoblando nuestro deseo de llegar limpios e irreprochables a tu gran Día sin ocaso. Oh Dios, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve.
Te necesitamos, Cristo, a ti, Luz Viva y Verdadera, para aclarar e iluminar los caminos que nos conducen a ti. Que te alumbremos, como María, Aurora del Sol naciente, en nuestras palabras y obras.
Para que así sea: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
(se pondrá la correspondiente a cada domingo)
Oración para encender la primera vela de Adviento
Encendemos, Padre, esta luz en este primer domingo de Adviento, para mantenernos despiertos y vigilantes como centinelas ante el Hijo del Hombre que viene.
Despiértanos, Señor, para despertar a los dormidos de la vida, para motivar a los que esperan cosas menores que ellos mismos, para animar a los que perdieron la ilusión en ti.
Señor, que en nuestro entorno seamos testigos de tu luz y motivos creíbles de la esperanza.
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la segunda vela de Adviento
Señor, deseamos, con esta segunda luz que encendemos, que intensifiques el resplandor de tu rostro para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
Que la Luz de tu presencia, alumbrada en nuestras vidas, nos haga percibir nuestros pecados. Equilibra y allana nuestras vidas, Señor, y haz caminos de acceso hacia Ti .
Señor, para que seamos contigo luz atrayente y seductora: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la tercera vela de Adviento
Encendemos, Señor, esta tercera luz, más cercanos ya a la Noche Buena de la Luz Mayor.
Queremos dar testimonio de tu Luz, Señor, como hizo Juan el Bautista. No somos nosotros la Luz, pero sí los testigos de la Luz verdadera venida a este mundo.
Deseamos, Señor, con esta luz encender el fuego de tu Espíritu en nuestros corazones para que nos convierta en luminarias para los demás. Danos un corazón que vea las necesidades de nuestro prójimo para compartir con todos lo mejor que somos y tenemos.
Para que te revelemos como buena y gozosa Noticia para todos: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Oración para encender la cuarta vela de Adviento
Encendemos, Señor, esta cuarta luz, redoblando nuestro deseo de llegar limpios e irreprochables a tu gran Día sin ocaso. Oh Dios, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve.
Te necesitamos, Cristo, a ti, Luz Viva y Verdadera, para aclarar e iluminar los caminos que nos conducen a ti. Que te alumbremos, como María, Aurora del Sol naciente, en nuestras palabras y obras.
Para que así sea: ¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!