Camino a la consagración aquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús
Consagración parroquial al Sagrado Corazón de Jesús (4)
Sacerdote: Oh Sagrado Corazón de Jesús, has amado a la humanidad hasta el extremo de dejarte traspasar, convirtiéndote en la fuente abierta de donde manan abundantemente las gracias de salvación y de conversión. Es de tu Corazón abierto que fluyen con fuerza y poder, la Sangre y el Agua que purifican, transforman, vivifican y liberan nuestros corazones. Es de tu Corazón traspasado, signo visible de tu amor, que fluye la vida, como torrente de gracia que trae fecundidad al mundo. Es de tu Corazón abierto por una lanza, y movido por tu amor y misericordia, que nace, llena de tu gracia, santidad y fecundidad, la Iglesia, tu esposa, tu Cuerpo místico y nuestra Madre, que perpetúa sobre la tierra, hasta la consumación de los siglos, tu presencia, y constituye el germen y el comienzo de tu Reino.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Hoy, como párroco (vicario parroquial) de esta comunidad y en comunión de corazones con toda nuestra Arquidiócesis y la grey a mí encomendada, consagro a tu Sagrado Corazón, Jesús, nuestra parroquia de María, Madre de Misericordia.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Reconocemos que por este acto de entrega a tu Sagrado Corazón, nos disponemos a vivir en comunión de amor con tu Corazón Eucarístico, centro y culmen de la vida de la Iglesia. Nos abrimos a la acción santificadora de tu Espíritu para que nos transforme dándonos un nuevo corazón semejante al tuyo. Que en la escuela de tu Corazón todos aprendamos las virtudes de la humildad y la mansedumbre; la obediencia y la abnegación; la generosidad y la caridad. Protégenos de todo pecado, egoísmo, error e indiferencia. Haz qué viviendo dentro de tu Corazón y transformados por su amor, esta parroquia sea canal de gracia, luz, verdad, justicia, paz, misericordia y caridad para un mundo tan necesitado.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Que, consagrados a tu Corazón, nos dispongamos a cumplir todos tus designios y edifiquemos con santidad auténtica y una misión fecunda, la civilización del amor y de la vida: el Reinado de tu Corazón.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Consagración familiar al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María
Ésta se reza en familia por todos a la vez o los padres o como cada familia desee hacerla.
Sacratísimo Corazón de Jesús e Inmaculado Corazón de María, unidos en el amor perfecto, consagramos nuestros corazones, nuestras vidas y nuestra familia a ustedes. Conocemos que el ejemplo bello de su hogar en Nazaret fue un modelo para todas las familias. Esperamos obtener, con su ayuda, la unidad y el amor fuerte y perdurable.
Que nuestro hogar esté lleno de gozo, afecto sincero, paciencia, tolerancia y respeto mutuo. Mantengan nuestra familia cerca de sus Corazones; que su protección especial esté siempre con nosotros y no nos falte la gracia de los sacramentos.
Sagrado Corazón de Jesús e Inmaculado corazón de María, escuchen nuestra oración. Amén.
Consagración de los niños al Sagrado Corazón de Jesús
Oh Corazón de Jesús, Corazón de nuestro mejor amigo y nuestro Rey. Tú que has sido colocado en tu trono en esta casa, para que siempre vivas con nosotros, dinos aquellas mismas palabras: «Dejen que los niños vengan a Mí» (Mc 10, 14).
¡Míranos, Oh Corazón de Jesús! Te prometemos ser obedientes y respetuosos, como Tú lo fuiste con la Virgen María y san José en la casa de Nazaret, para que podamos crecer en virtud y en sabiduría según nuestra edad.
Corazón de Jesús, Tú quieres también poseer nuestros corazones. Nosotros queremos consolarte con nuestro amor, por todos los que no te conocen o no quieren amarte. Jesús, amigo de los niños y niñas, recibe nuestros corazones, hazlos puros, santos, transparentes y felices. Recibe también nuestros cuerpos, nuestras almas y toda nuestra voluntad.
¡Nos consagramos a ti ahora y por siempre! Sé Tú sólo nuestro Rey.
Todos nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones y nuestras oraciones, los consagramos a ti, nuestro amigo y nuestro Rey. Todo es tuyo, Oh Sagrado Corazón de Jesús. Amén.
Consagración personal al Sagrado Corazón de Jesús
Me entrego y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y vida, acciones, penas y sufrimientos para que utilice todo mi ser para honrarlo, amarlo y glorificarlo. Éste es mi propósito definitivo, ser todo de Él, y hacer todo por amor a Él, y al mismo tiempo renunciar con todo mi corazón cualquier cosa que no le complazca, además tomarte, oh Sagrado Corazón, para que seas el principal objeto de mi amor, el guardián de mi vida, mi seguro de salvación, el remedio para mis debilidades e inconstancia, la solución a los errores de mi vida y mi refugio seguro a la hora de la muerte.
Sé pues, oh Corazón de bondad, mi intercesor ante Dios Padre. Oh Corazón de amor, pongo toda mi confianza en ti, temo mis debilidades y fallas, pero pongo mi esperanza en tu divina misericordia.
Quita de mí todo lo que está mal y todo lo que provoque que no haga tu santa voluntad, permite que tu amor puro se imprima en lo más profundo de mi corazón, para que yo no me olvide ni separe de ti. Fortalece en mí todo lo bueno y agradable a ti.
Que yo obtenga de tu bondad la gracia de tener mi nombre inscrito en tu Corazón, para depositar en ti toda mi felicidad y gloria, y pueda vivir y morir en tu gracia. Amén.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (3)
Catequesis 2: ¿Qué es la consagración al Sagrado Corazón de Jesús?
La semana pasada veíamos lo que es una consagración, de modo particular la bautismal. Hoy veremos lo que la Iglesia se refiere cuando propone diversas consagraciones. ¿A que nos referimos cuando hablamos de una consagración al Sagrado Corazón de Jesús? Las consagraciones devocionales, como la que estaremos realizando a nivel arquidiocesano al Sagrado Corazón de Jesús, nos ayudan a profundizar en nuestra propia consagración bautismal. Podríamos decir que es un modo de encomendar y conformar nuestra vida y nuestra forma de vivir a Dios, en este caso a través del Sagrado Corazón de Jesús. Nosotros entregamos nuestro existir a Dios procurando conformarnos a su voluntad, que siempre redunda en nuestro bien, consagrándole nuestro modo de vivir, de trabajar, de actuar, de relacionarnos con el mundo. De la misma manera Dios se compromete a continuar hondando su amor en nuestras almas, a fortalecer nuestras voluntades, a inflamar nuestra caridad y a darnos las gracias necesarias para poder llegar a la meta del cielo.
En el caso de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, nuestro Señor ha añadido a ella bendiciones y gracias especiales como le reveló Jesús a santa María Margarita de Alacoque. Entre las bendiciones y gracias prometidas están: gracias necesarias para nuestro estado, paz a las familias, consuelo en la aflicción, será el Señor nuestro refugio durante la vida y de modo especial a la hora de la muerte, promesa de misericordia, conversión de las almas tibias, entre otras.
Ahora bien, la consagración no es una fórmula mágica contractual sino más bien una ayuda de la gracia y un impulso para poder vivir mejor nuestra vida de cristianos. En la manera que sepamos hacer esto el Señor no dejará de auxiliarnos con sus gracias para poder desempeñar bien nuestra consagración. Ese auxilio nos llega de manera especial a través de la Eucaristía, sacramento que está íntimamente ligado a esta devoción y consagración. El Corazón amoroso de Jesús está especialmente presente en el Santísimo Sacramento. En éste nos ofrece sus gracias abundantes y a él acudimos para corresponder en algo su amor eterno y reparar nuestros pecados y los del mundo entero.
Procuremos prepararnos bien para este evento especial de la misericordia y del amor divinos que se derrama sobre nosotros y encomendémosle al Corazón Sacratísimo de Jesús nuestra Arquidiócesis, la Iglesia en todo Puerto Rico y el mundo, nuestra sociedad, nuestras familias, las situaciones de necesidad y pobreza material y espiritual que viven muchos, confiando en que el Señor no nos defraudará nunca, especialmente si nosotros acudimos a Él y procuramos identificar nuestra vida con la suya. Esa identificación también nos ayudará a ser reflejos del amor del Sagrado Corazón de Jesús para nuestro prójimo, tan necesitado de consuelo, escucha, paz verdadera, comprensión y tantas otras cosas.
Al consagrar la Arquidiócesis al Sagrado Corazón de Jesús, no sólo nos ponemos bajo la protección del Corazón que se dejó traspasar para darnos vida, sino que nos comprometemos, tanto pastores, como consagrados y consagradas y fieles laicos y laicas a hacer de esta Iglesia particular de San Juan de Puerto Rico un verdadero signo de la presencia de Dios en el mundo y de la construcción de su Reino. Que podamos ser como el alma de esta sociedad y su cultura tan necesitada de una renovación, que se puede hallar sólo en el Corazón amoroso de Jesús.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (2)
Catequesis 1: ¿Qué es una consagración?
Antes de hablar de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús, debemos entender qué es una consagración.
Consagrar es la acción de dedicar algún objeto o persona a Dios. Todos hemos sido consagrados en nuestro Bautismo e identificados con Cristo de un modo especial al ser configurados con Jesús sacerdote, profeta y rey. Esto significa que el cristiano está llamado a vivir como Cristo, a sentir como Cristo, a amar como Cristo (cf. 1 Cor 2,16; Ef 2,5; Rm 15,5). Debemos, por medio de nuestras obras y trabajos rendir honor y gloria a Dios; haciendo de nuestra vida una continua oblación (ofrecimiento) a Dios. Debemos escuchar la Palabra de Dios y acogiéndola en nuestro corazón hacerla parte de nuestra vida dando testimonio al mundo de la fe. Finalmente debemos procurar poner orden en nuestra propia vida, viviendo las virtudes humanas y cristianas de modo que podamos servir mejor a nuestros hermanos y hermanas. De este modo realizaremos en nuestras vidas la gracia que recibimos en nuestro Bautismo de participar en la misión sacerdotal, profética y real de Jesucristo.
Por lo tanto, para poder desempeñar y vivir bien nuestra consagración bautismal debemos vivir de tal manera y con “tal compostura que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo” (San Josemaría Escrivá). A través de nuestro bautismo Dios nos ha llamado de modo particular y profundo a la santidad, a la amistad con Él, a ser “perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Esto no es otra cosa que ser perfectos en la caridad cristiana con todas sus implicaciones. De ahí caemos en cuenta que necesitamos de Cristo, de su gracia, de su presencia ya que “sin Él nada podemos hacer” (Jn 15,5). Al ser conscientes de esto procuramos vivir muy unidos a Cristo, por lo tanto, muy unidos a la Eucaristía, que es el Corazón de Cristo que se entrega por nosotros y a nosotros, muy asiduos a la oración personal, a la lectura de los santos Evangelios, a los sacramentos, de modo particular la confesión. Estas son algunas de las herramientas más poderosas que tiene el cristiano para impulsarle y animarle en el camino del seguimiento de Jesús.
La próxima semana hablaremos de modo particular de las consagraciones que vienen a auxiliar/apoyar nuestra consagración bautismal y nos ayudan, cuando las vivimos bien para configurarnos más y más con Cristo.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (1)
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos. Esto cobra mayor importancia este año ante la consagración arquidiocesana que se hará el 27 de junio.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.). Debemos, por tanto, pensar si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos puede ayudar a recordar su gran amor y a imitarlo.
Sacerdote: Oh Sagrado Corazón de Jesús, has amado a la humanidad hasta el extremo de dejarte traspasar, convirtiéndote en la fuente abierta de donde manan abundantemente las gracias de salvación y de conversión. Es de tu Corazón abierto que fluyen con fuerza y poder, la Sangre y el Agua que purifican, transforman, vivifican y liberan nuestros corazones. Es de tu Corazón traspasado, signo visible de tu amor, que fluye la vida, como torrente de gracia que trae fecundidad al mundo. Es de tu Corazón abierto por una lanza, y movido por tu amor y misericordia, que nace, llena de tu gracia, santidad y fecundidad, la Iglesia, tu esposa, tu Cuerpo místico y nuestra Madre, que perpetúa sobre la tierra, hasta la consumación de los siglos, tu presencia, y constituye el germen y el comienzo de tu Reino.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Hoy, como párroco (vicario parroquial) de esta comunidad y en comunión de corazones con toda nuestra Arquidiócesis y la grey a mí encomendada, consagro a tu Sagrado Corazón, Jesús, nuestra parroquia de María, Madre de Misericordia.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Reconocemos que por este acto de entrega a tu Sagrado Corazón, nos disponemos a vivir en comunión de amor con tu Corazón Eucarístico, centro y culmen de la vida de la Iglesia. Nos abrimos a la acción santificadora de tu Espíritu para que nos transforme dándonos un nuevo corazón semejante al tuyo. Que en la escuela de tu Corazón todos aprendamos las virtudes de la humildad y la mansedumbre; la obediencia y la abnegación; la generosidad y la caridad. Protégenos de todo pecado, egoísmo, error e indiferencia. Haz qué viviendo dentro de tu Corazón y transformados por su amor, esta parroquia sea canal de gracia, luz, verdad, justicia, paz, misericordia y caridad para un mundo tan necesitado.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Sacerdote: Que, consagrados a tu Corazón, nos dispongamos a cumplir todos tus designios y edifiquemos con santidad auténtica y una misión fecunda, la civilización del amor y de la vida: el Reinado de tu Corazón.
R. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Consagración familiar al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María
Ésta se reza en familia por todos a la vez o los padres o como cada familia desee hacerla.
Sacratísimo Corazón de Jesús e Inmaculado Corazón de María, unidos en el amor perfecto, consagramos nuestros corazones, nuestras vidas y nuestra familia a ustedes. Conocemos que el ejemplo bello de su hogar en Nazaret fue un modelo para todas las familias. Esperamos obtener, con su ayuda, la unidad y el amor fuerte y perdurable.
Que nuestro hogar esté lleno de gozo, afecto sincero, paciencia, tolerancia y respeto mutuo. Mantengan nuestra familia cerca de sus Corazones; que su protección especial esté siempre con nosotros y no nos falte la gracia de los sacramentos.
Sagrado Corazón de Jesús e Inmaculado corazón de María, escuchen nuestra oración. Amén.
Consagración de los niños al Sagrado Corazón de Jesús
Oh Corazón de Jesús, Corazón de nuestro mejor amigo y nuestro Rey. Tú que has sido colocado en tu trono en esta casa, para que siempre vivas con nosotros, dinos aquellas mismas palabras: «Dejen que los niños vengan a Mí» (Mc 10, 14).
¡Míranos, Oh Corazón de Jesús! Te prometemos ser obedientes y respetuosos, como Tú lo fuiste con la Virgen María y san José en la casa de Nazaret, para que podamos crecer en virtud y en sabiduría según nuestra edad.
Corazón de Jesús, Tú quieres también poseer nuestros corazones. Nosotros queremos consolarte con nuestro amor, por todos los que no te conocen o no quieren amarte. Jesús, amigo de los niños y niñas, recibe nuestros corazones, hazlos puros, santos, transparentes y felices. Recibe también nuestros cuerpos, nuestras almas y toda nuestra voluntad.
¡Nos consagramos a ti ahora y por siempre! Sé Tú sólo nuestro Rey.
Todos nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones y nuestras oraciones, los consagramos a ti, nuestro amigo y nuestro Rey. Todo es tuyo, Oh Sagrado Corazón de Jesús. Amén.
Consagración personal al Sagrado Corazón de Jesús
Me entrego y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y vida, acciones, penas y sufrimientos para que utilice todo mi ser para honrarlo, amarlo y glorificarlo. Éste es mi propósito definitivo, ser todo de Él, y hacer todo por amor a Él, y al mismo tiempo renunciar con todo mi corazón cualquier cosa que no le complazca, además tomarte, oh Sagrado Corazón, para que seas el principal objeto de mi amor, el guardián de mi vida, mi seguro de salvación, el remedio para mis debilidades e inconstancia, la solución a los errores de mi vida y mi refugio seguro a la hora de la muerte.
Sé pues, oh Corazón de bondad, mi intercesor ante Dios Padre. Oh Corazón de amor, pongo toda mi confianza en ti, temo mis debilidades y fallas, pero pongo mi esperanza en tu divina misericordia.
Quita de mí todo lo que está mal y todo lo que provoque que no haga tu santa voluntad, permite que tu amor puro se imprima en lo más profundo de mi corazón, para que yo no me olvide ni separe de ti. Fortalece en mí todo lo bueno y agradable a ti.
Que yo obtenga de tu bondad la gracia de tener mi nombre inscrito en tu Corazón, para depositar en ti toda mi felicidad y gloria, y pueda vivir y morir en tu gracia. Amén.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (3)
Catequesis 2: ¿Qué es la consagración al Sagrado Corazón de Jesús?
La semana pasada veíamos lo que es una consagración, de modo particular la bautismal. Hoy veremos lo que la Iglesia se refiere cuando propone diversas consagraciones. ¿A que nos referimos cuando hablamos de una consagración al Sagrado Corazón de Jesús? Las consagraciones devocionales, como la que estaremos realizando a nivel arquidiocesano al Sagrado Corazón de Jesús, nos ayudan a profundizar en nuestra propia consagración bautismal. Podríamos decir que es un modo de encomendar y conformar nuestra vida y nuestra forma de vivir a Dios, en este caso a través del Sagrado Corazón de Jesús. Nosotros entregamos nuestro existir a Dios procurando conformarnos a su voluntad, que siempre redunda en nuestro bien, consagrándole nuestro modo de vivir, de trabajar, de actuar, de relacionarnos con el mundo. De la misma manera Dios se compromete a continuar hondando su amor en nuestras almas, a fortalecer nuestras voluntades, a inflamar nuestra caridad y a darnos las gracias necesarias para poder llegar a la meta del cielo.
En el caso de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, nuestro Señor ha añadido a ella bendiciones y gracias especiales como le reveló Jesús a santa María Margarita de Alacoque. Entre las bendiciones y gracias prometidas están: gracias necesarias para nuestro estado, paz a las familias, consuelo en la aflicción, será el Señor nuestro refugio durante la vida y de modo especial a la hora de la muerte, promesa de misericordia, conversión de las almas tibias, entre otras.
Ahora bien, la consagración no es una fórmula mágica contractual sino más bien una ayuda de la gracia y un impulso para poder vivir mejor nuestra vida de cristianos. En la manera que sepamos hacer esto el Señor no dejará de auxiliarnos con sus gracias para poder desempeñar bien nuestra consagración. Ese auxilio nos llega de manera especial a través de la Eucaristía, sacramento que está íntimamente ligado a esta devoción y consagración. El Corazón amoroso de Jesús está especialmente presente en el Santísimo Sacramento. En éste nos ofrece sus gracias abundantes y a él acudimos para corresponder en algo su amor eterno y reparar nuestros pecados y los del mundo entero.
Procuremos prepararnos bien para este evento especial de la misericordia y del amor divinos que se derrama sobre nosotros y encomendémosle al Corazón Sacratísimo de Jesús nuestra Arquidiócesis, la Iglesia en todo Puerto Rico y el mundo, nuestra sociedad, nuestras familias, las situaciones de necesidad y pobreza material y espiritual que viven muchos, confiando en que el Señor no nos defraudará nunca, especialmente si nosotros acudimos a Él y procuramos identificar nuestra vida con la suya. Esa identificación también nos ayudará a ser reflejos del amor del Sagrado Corazón de Jesús para nuestro prójimo, tan necesitado de consuelo, escucha, paz verdadera, comprensión y tantas otras cosas.
Al consagrar la Arquidiócesis al Sagrado Corazón de Jesús, no sólo nos ponemos bajo la protección del Corazón que se dejó traspasar para darnos vida, sino que nos comprometemos, tanto pastores, como consagrados y consagradas y fieles laicos y laicas a hacer de esta Iglesia particular de San Juan de Puerto Rico un verdadero signo de la presencia de Dios en el mundo y de la construcción de su Reino. Que podamos ser como el alma de esta sociedad y su cultura tan necesitada de una renovación, que se puede hallar sólo en el Corazón amoroso de Jesús.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (2)
Catequesis 1: ¿Qué es una consagración?
Antes de hablar de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús, debemos entender qué es una consagración.
Consagrar es la acción de dedicar algún objeto o persona a Dios. Todos hemos sido consagrados en nuestro Bautismo e identificados con Cristo de un modo especial al ser configurados con Jesús sacerdote, profeta y rey. Esto significa que el cristiano está llamado a vivir como Cristo, a sentir como Cristo, a amar como Cristo (cf. 1 Cor 2,16; Ef 2,5; Rm 15,5). Debemos, por medio de nuestras obras y trabajos rendir honor y gloria a Dios; haciendo de nuestra vida una continua oblación (ofrecimiento) a Dios. Debemos escuchar la Palabra de Dios y acogiéndola en nuestro corazón hacerla parte de nuestra vida dando testimonio al mundo de la fe. Finalmente debemos procurar poner orden en nuestra propia vida, viviendo las virtudes humanas y cristianas de modo que podamos servir mejor a nuestros hermanos y hermanas. De este modo realizaremos en nuestras vidas la gracia que recibimos en nuestro Bautismo de participar en la misión sacerdotal, profética y real de Jesucristo.
Por lo tanto, para poder desempeñar y vivir bien nuestra consagración bautismal debemos vivir de tal manera y con “tal compostura que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo” (San Josemaría Escrivá). A través de nuestro bautismo Dios nos ha llamado de modo particular y profundo a la santidad, a la amistad con Él, a ser “perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Esto no es otra cosa que ser perfectos en la caridad cristiana con todas sus implicaciones. De ahí caemos en cuenta que necesitamos de Cristo, de su gracia, de su presencia ya que “sin Él nada podemos hacer” (Jn 15,5). Al ser conscientes de esto procuramos vivir muy unidos a Cristo, por lo tanto, muy unidos a la Eucaristía, que es el Corazón de Cristo que se entrega por nosotros y a nosotros, muy asiduos a la oración personal, a la lectura de los santos Evangelios, a los sacramentos, de modo particular la confesión. Estas son algunas de las herramientas más poderosas que tiene el cristiano para impulsarle y animarle en el camino del seguimiento de Jesús.
La próxima semana hablaremos de modo particular de las consagraciones que vienen a auxiliar/apoyar nuestra consagración bautismal y nos ayudan, cuando las vivimos bien para configurarnos más y más con Cristo.
Camino a la consagración arquidiocesana al Sagrado Corazón de Jesús (1)
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos. Esto cobra mayor importancia este año ante la consagración arquidiocesana que se hará el 27 de junio.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.). Debemos, por tanto, pensar si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos puede ayudar a recordar su gran amor y a imitarlo.