Beato Carlos Manuel 30
La participación en la liturgia (6)
Nuestro Beato logró comprender el espíritu de la renovación litúrgica, la esencia del mensaje del movimiento litúrgico. Por ello ante el objetivo de introducir la Misa dialogada, su formación personal le hace ver los desafíos con esperanza:
En sus cartas a Manolín y al nuevo párroco de Caguas encontramos las citas siguientes: “Es una verdadera lástima que en muchas parroquias no haya todavía el más mínimo indicio de que se tiene intención de comenzar a darle al pueblo participación en la Misa. Hay quien llega a decir que en su parroquia no se puede por una serie de “razones”. Hace más de cincuenta años que San Pío X dijo que al pueblo debe devolvérsele la parte que le corresponde y que el canto gregoriano debe ser enseñado al pueblo para que participe debidamente”.
El Beato boricua sigue el esquema para el “mínimo de diálogo” en la participación directa y los grados de la “participación perfecta” en función a la estructura de la Misa, según la Instrucción de la Congregación de ritos. Se trataba de introducir la mejor Misa dialogada: “Ya que se va a adoptar una forma de Misa dialogada, debe buscarse la mejor, y la mejor no es nada difícil, al contrario, es muy fácil y la única que verdaderamente satisface. La Misa Comunitaria (Misa dialogada con cantos) de los Padres E. Goicoechea Arrondo y A. Danoz se ajusta muy bien al ideal. Tengo otra, muy parecida a ésta, y que ha sido preparada por autoridades en la materia tomando en consideración los mejores y más recientes estudios hechos en este campo así como lo puesto en práctica en diferentes partes de Europa y América. Creo que podríamos preparar un excelente folleto con la mejor forma de Misa dialogada guiándonos por estas dos que he mencionado”.
Carlos M. también afronta la Misa dialogada que no se ajusta al ideal y al magisterio de la Iglesia. Así se nos manifiesta como un hijo fiel de la Iglesia aún dentro de su intrepidez, sabe hasta dónde llegar.
Con respecto a la importancia del silencio en la liturgia dice «como un camino comunitario hacia el interior, como un interiorizar la palabra y el signo, como un salir de los roles que esconden lo esencial, es, imprescindible para una participatio actuosa verdadera». Carlos Manuel afronta el error de llenar con palabras y diálogos toda la celebración:
«TERCERO: En esta “Misa dialogada” de la tarjeta, el director o lector y los fieles están en continuo diálogo, hablando desde que comienza la Misa hasta que ésta termina, sin un minuto de silencio, lo cual es contrario a la estructura y al fin de las diferentes partes de la Misa, contrario a las normas dadas por Roma, y contrario a la verdadera piedad de los fieles. El silencio también es necesario y sumamente necesario – quiero decir el silencio no el mutismo».
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).
Nuestro Beato logró comprender el espíritu de la renovación litúrgica, la esencia del mensaje del movimiento litúrgico. Por ello ante el objetivo de introducir la Misa dialogada, su formación personal le hace ver los desafíos con esperanza:
En sus cartas a Manolín y al nuevo párroco de Caguas encontramos las citas siguientes: “Es una verdadera lástima que en muchas parroquias no haya todavía el más mínimo indicio de que se tiene intención de comenzar a darle al pueblo participación en la Misa. Hay quien llega a decir que en su parroquia no se puede por una serie de “razones”. Hace más de cincuenta años que San Pío X dijo que al pueblo debe devolvérsele la parte que le corresponde y que el canto gregoriano debe ser enseñado al pueblo para que participe debidamente”.
El Beato boricua sigue el esquema para el “mínimo de diálogo” en la participación directa y los grados de la “participación perfecta” en función a la estructura de la Misa, según la Instrucción de la Congregación de ritos. Se trataba de introducir la mejor Misa dialogada: “Ya que se va a adoptar una forma de Misa dialogada, debe buscarse la mejor, y la mejor no es nada difícil, al contrario, es muy fácil y la única que verdaderamente satisface. La Misa Comunitaria (Misa dialogada con cantos) de los Padres E. Goicoechea Arrondo y A. Danoz se ajusta muy bien al ideal. Tengo otra, muy parecida a ésta, y que ha sido preparada por autoridades en la materia tomando en consideración los mejores y más recientes estudios hechos en este campo así como lo puesto en práctica en diferentes partes de Europa y América. Creo que podríamos preparar un excelente folleto con la mejor forma de Misa dialogada guiándonos por estas dos que he mencionado”.
Carlos M. también afronta la Misa dialogada que no se ajusta al ideal y al magisterio de la Iglesia. Así se nos manifiesta como un hijo fiel de la Iglesia aún dentro de su intrepidez, sabe hasta dónde llegar.
Con respecto a la importancia del silencio en la liturgia dice «como un camino comunitario hacia el interior, como un interiorizar la palabra y el signo, como un salir de los roles que esconden lo esencial, es, imprescindible para una participatio actuosa verdadera». Carlos Manuel afronta el error de llenar con palabras y diálogos toda la celebración:
«TERCERO: En esta “Misa dialogada” de la tarjeta, el director o lector y los fieles están en continuo diálogo, hablando desde que comienza la Misa hasta que ésta termina, sin un minuto de silencio, lo cual es contrario a la estructura y al fin de las diferentes partes de la Misa, contrario a las normas dadas por Roma, y contrario a la verdadera piedad de los fieles. El silencio también es necesario y sumamente necesario – quiero decir el silencio no el mutismo».
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).