Beato Carlos Manuel 23
La santidad condición del apostolado, liturgia y coherencia de vida
Ser cristiano es un caminar en la santidad. La vida de total donación a Dios y a los demás es el camino del apostolado. Afirmaba Carlos Manuel: “Dice Maritain que ‘una renovación del orden social según un patrón cristiano ha de ser obra de la santidad o de lo contrario no ocurrirá’”.
La vida cristiana encuentra su fundamento en la liturgia. Somos transformados porque “en pascua recibimos una renovada vida divina que hasta pentecostés nos inundará de la felicidad de hijos de Dios, para que después, alcanzada la madurez spiritual, estemos listos para combatir la buena batalla”. La acción divina trasforma a uno mismo y todo cuanto existe: “La Misa ha de transformar nuestra vida y al mundo: La Misa conocida, comprendida, participada activamente (interior y exteriormente); la Misa amada y apreciada en todo cuanto es y vale”. Desde la eucología hasta los cantos en la liturgia, deben llevar a una trasformación personal. Aquello que se celebra se debe manifestar en la vida.
La dinámica de muerte-resurrección integra toda la vida del cristiano. Precisamente cuando somos vencidos comienza nuestra victoria, mientras que para los imperios de la tierra cuando resultan vencedores es cuando comienzan verdaderamente sus derrotas. Carlos Manuel resalta que el bautizado tiene la tarea de entrar en el camino de la conversión constante, la renovación de la vida en el cada día, que tiene como fundamento la liturgia: “Los cristianos pueden renovar el mundo, pero sólo a condición de que ellos mismos se renueven y recristianicen, y no se renovarán debidamente si no recurren a esa “fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano” que es la Sagrada Liturgia.
Nuestro Beato subraya la necesidad de ser verdaderamente cristianos, porque la evangelización inicia en uno mismo, en una coherencia de vida: “Queremos cristianizar nuestro ambiente, y para ello, la primera condición es ser genuinamente cristianos nosotros mismos”.
El cristiano está llamado a vivir en unidad de vida en medio de una sociedad cada vez más alejada de Dios, con una visión reducida a lo meramente terreno en su existencia: “Te parecerá éste un lenguaje exaltado y demasiado bello, fuera de tono respecto al sentir de nuestra sociedad secularista y opuesto al pensamiento moderno. Y ciertamente es bello y exaltado por encima de toda la pseudosabiduría del siglo, y opuesto al sentir y al pensar del “mundo”, de ese “mundo” que tiene por príncipe a Satanás y donde imperan la soberbia, la lujuria y la avaricia; de ese “mundo” del cual dijo Cristo: “Yo no soy del mundo” y “No ruego por el mundo... Vosotros no sois del mundo, por eso el mundo os odia. Si fueseis del mundo, el mundo ciertamente os amaría, pero no sois del mundo... Vosotros plañiréis y lloraréis mientras el mundo se regocijará. Pero Yo volveré a visitaros, y vuestro corazón se bañará en gozo; y nadie os quitará vuestro gozo”. “La paz os dejo, la paz mía os doy. No os la doy como la da el mundo... ”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, “Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia.)
Ser cristiano es un caminar en la santidad. La vida de total donación a Dios y a los demás es el camino del apostolado. Afirmaba Carlos Manuel: “Dice Maritain que ‘una renovación del orden social según un patrón cristiano ha de ser obra de la santidad o de lo contrario no ocurrirá’”.
La vida cristiana encuentra su fundamento en la liturgia. Somos transformados porque “en pascua recibimos una renovada vida divina que hasta pentecostés nos inundará de la felicidad de hijos de Dios, para que después, alcanzada la madurez spiritual, estemos listos para combatir la buena batalla”. La acción divina trasforma a uno mismo y todo cuanto existe: “La Misa ha de transformar nuestra vida y al mundo: La Misa conocida, comprendida, participada activamente (interior y exteriormente); la Misa amada y apreciada en todo cuanto es y vale”. Desde la eucología hasta los cantos en la liturgia, deben llevar a una trasformación personal. Aquello que se celebra se debe manifestar en la vida.
La dinámica de muerte-resurrección integra toda la vida del cristiano. Precisamente cuando somos vencidos comienza nuestra victoria, mientras que para los imperios de la tierra cuando resultan vencedores es cuando comienzan verdaderamente sus derrotas. Carlos Manuel resalta que el bautizado tiene la tarea de entrar en el camino de la conversión constante, la renovación de la vida en el cada día, que tiene como fundamento la liturgia: “Los cristianos pueden renovar el mundo, pero sólo a condición de que ellos mismos se renueven y recristianicen, y no se renovarán debidamente si no recurren a esa “fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano” que es la Sagrada Liturgia.
Nuestro Beato subraya la necesidad de ser verdaderamente cristianos, porque la evangelización inicia en uno mismo, en una coherencia de vida: “Queremos cristianizar nuestro ambiente, y para ello, la primera condición es ser genuinamente cristianos nosotros mismos”.
El cristiano está llamado a vivir en unidad de vida en medio de una sociedad cada vez más alejada de Dios, con una visión reducida a lo meramente terreno en su existencia: “Te parecerá éste un lenguaje exaltado y demasiado bello, fuera de tono respecto al sentir de nuestra sociedad secularista y opuesto al pensamiento moderno. Y ciertamente es bello y exaltado por encima de toda la pseudosabiduría del siglo, y opuesto al sentir y al pensar del “mundo”, de ese “mundo” que tiene por príncipe a Satanás y donde imperan la soberbia, la lujuria y la avaricia; de ese “mundo” del cual dijo Cristo: “Yo no soy del mundo” y “No ruego por el mundo... Vosotros no sois del mundo, por eso el mundo os odia. Si fueseis del mundo, el mundo ciertamente os amaría, pero no sois del mundo... Vosotros plañiréis y lloraréis mientras el mundo se regocijará. Pero Yo volveré a visitaros, y vuestro corazón se bañará en gozo; y nadie os quitará vuestro gozo”. “La paz os dejo, la paz mía os doy. No os la doy como la da el mundo... ”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, “Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia.)