Nueve Años
Ya he cumplido nueve años en esta parroquia.
Ha sido un camino de aprendizaje, trabajo, renovación, crecimiento, lucha, crecimiento, penas... y otras cosas.
Nuestra parroquia tiene hermanos con muchos talentos... y eso que no todos se han comprometido en algo, seguro que hay otros calladitos por ahí con carismas y dones que pudieran ofrecer a la comunidad para el bien de todos, como decía S. Pablo hace dos domingos (cf. 1 Cor 12,7).
Esos talentos de muchos de Uds. nos han permitido hacer muchas cosas, pero podríamos hacer más, siempre teniendo en mente nuestra visión y misión parroquial, que son también fruto de ese trabajo común que hemos realizado en los pasados años.
Hay frutos calladitos de santidad que nos alegran y animan. Esos son los principales, pero no nos podemos dormir en las pajas, hay que seguir trabajando.
Me quedan dos años de este segundo nombramiento como párroco. Tenemos por delante el desafío de construir nuestros salones parroquiales ¡ya!
Tenemos el desafío de seguirnos renovando con la ayuda de la espiritualidad y guía de la CORRESPONSABILIDAD y, más recientemente, las sugerencias de los libros REBUILT. De todos modos la renovación nunca acabará, pero nos lo exige más aún este año misionero.
Urge mejorar en la actitud y acciones de acogida. Eso ya lo hemos mencionado bastante, pero parece que no sacamos la rueda del fango.
Urge renovar grupos y ministerios, pero para eso, además de la conversión pastoral que nos pide el Documento de Aparecida, requiere nuevos hermanos y hermanas que entren a ese camino y proceso de renovación.
Urge atraer más jóvenes a participar de la vida eclesial para que no sean meros espectadores de lo que pasa en la Iglesia y la sociedad. Tal vez le hemos ofrecido tantas cosas que los hemos anestesiado con tantas comodidades y facilidades, y sembrando a veces, sólo aspiraciones para este mundo, sin inculcar la mayor de las aspiraciones que es ganar el cielo. La efervescencia juvenil no puede ser cada tres años en una JMJ, debe ser siempre, y valga decir que de nuestra parroquia no fue ninguno a la pasada jornada, a pesar de que era cerquita y muy pocos a la JMJ desde PR.
A veces pienso en la época de los hippies y otros rebeldes, que no sé si lograron cambiar algo en el mundo para bien y de forma permanente, pero qué es peor ser rebelde o estar anestesiado y ser indiferente. Obviamente no podemos ser rebeldes sin causa, pero el cristiano tiene una gran causa, que le invita a no acomodarse, sino a estar siempre inquieto. Si caemos en el indiferentismo, quietismo y conformismo es que no nos hemos dejado tocar por Cristo y su Espíritu.
Gracias a todos los que en estos 9 años han ayudado a remar en nuestra barca. Quedan remos disponibles para otros. Además tenemos que remar junto con toda la Iglesia que está atravesando un mar encrespado en PR y el mundo. Hacen falta marinos y pescadores valientes para seguir remando y echando redes desde la misma barca, no remando cada uno por su lado, ni bajándose a remar en su barquito.
“... el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt 11,12), sólo luchando (primero con nosotros mismos) y esforzándonos (no “balconeando” ni en el sofá, como dice Papa Francisco), renovaremos la parroquia, la Iglesia y edificaremos el Reino de Dios.
P.Leo
Ha sido un camino de aprendizaje, trabajo, renovación, crecimiento, lucha, crecimiento, penas... y otras cosas.
Nuestra parroquia tiene hermanos con muchos talentos... y eso que no todos se han comprometido en algo, seguro que hay otros calladitos por ahí con carismas y dones que pudieran ofrecer a la comunidad para el bien de todos, como decía S. Pablo hace dos domingos (cf. 1 Cor 12,7).
Esos talentos de muchos de Uds. nos han permitido hacer muchas cosas, pero podríamos hacer más, siempre teniendo en mente nuestra visión y misión parroquial, que son también fruto de ese trabajo común que hemos realizado en los pasados años.
Hay frutos calladitos de santidad que nos alegran y animan. Esos son los principales, pero no nos podemos dormir en las pajas, hay que seguir trabajando.
Me quedan dos años de este segundo nombramiento como párroco. Tenemos por delante el desafío de construir nuestros salones parroquiales ¡ya!
Tenemos el desafío de seguirnos renovando con la ayuda de la espiritualidad y guía de la CORRESPONSABILIDAD y, más recientemente, las sugerencias de los libros REBUILT. De todos modos la renovación nunca acabará, pero nos lo exige más aún este año misionero.
Urge mejorar en la actitud y acciones de acogida. Eso ya lo hemos mencionado bastante, pero parece que no sacamos la rueda del fango.
Urge renovar grupos y ministerios, pero para eso, además de la conversión pastoral que nos pide el Documento de Aparecida, requiere nuevos hermanos y hermanas que entren a ese camino y proceso de renovación.
Urge atraer más jóvenes a participar de la vida eclesial para que no sean meros espectadores de lo que pasa en la Iglesia y la sociedad. Tal vez le hemos ofrecido tantas cosas que los hemos anestesiado con tantas comodidades y facilidades, y sembrando a veces, sólo aspiraciones para este mundo, sin inculcar la mayor de las aspiraciones que es ganar el cielo. La efervescencia juvenil no puede ser cada tres años en una JMJ, debe ser siempre, y valga decir que de nuestra parroquia no fue ninguno a la pasada jornada, a pesar de que era cerquita y muy pocos a la JMJ desde PR.
A veces pienso en la época de los hippies y otros rebeldes, que no sé si lograron cambiar algo en el mundo para bien y de forma permanente, pero qué es peor ser rebelde o estar anestesiado y ser indiferente. Obviamente no podemos ser rebeldes sin causa, pero el cristiano tiene una gran causa, que le invita a no acomodarse, sino a estar siempre inquieto. Si caemos en el indiferentismo, quietismo y conformismo es que no nos hemos dejado tocar por Cristo y su Espíritu.
Gracias a todos los que en estos 9 años han ayudado a remar en nuestra barca. Quedan remos disponibles para otros. Además tenemos que remar junto con toda la Iglesia que está atravesando un mar encrespado en PR y el mundo. Hacen falta marinos y pescadores valientes para seguir remando y echando redes desde la misma barca, no remando cada uno por su lado, ni bajándose a remar en su barquito.
“... el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt 11,12), sólo luchando (primero con nosotros mismos) y esforzándonos (no “balconeando” ni en el sofá, como dice Papa Francisco), renovaremos la parroquia, la Iglesia y edificaremos el Reino de Dios.
P.Leo